sábado, 28 de febrero de 2009

Dejame soñar... II

Aquí cuelgo la segunda entrega de mi relato (aún queda una parte):

No eran como yo las imaginaba; eran mucho mejores. La ventisca me había hecho estar a más altura que las nubes, por lo que tuve que impulsarme hacia abajo para poder llegar hasta ellas. Caí sobre una enorme, mullida como una almohada de plumas y suave como el algodón. Su tacto era extraño, mas no le di mucha importancia. Me puse en pie de un salto, intentando no perder el equilibrio, y empecé mi investigación.
Sabía que esto era un sueño –O debía serlo— por eso intentaba aprovechar todo el tiempo antes de que algo me despertara, aunque todo parecía tan real…
Ante mí apareció una especie de pueblo, o más bien una ciudad. Con casitas de piedra, chimeneas que sobresalían por los tejados y grandes ventanales con cortinillas de cuadros rojos y blancos. Me sorprendió no ver a nadie por allí, y observar que las casitas estaban deshabitadas. La ciudad daba sentimiento de tristeza y soledad, sentimientos que yo sentía a menudo, y que no me gustaban para nada.
Caminando por las calles, llegué hasta las puertas de una pequeña casa de madera. Aporreé fuertemente la puerta, segura de que nadie la abriría, pero no fue así. Un anciano con la cara llena de arrugas y ojos pequeños y grises me abrió la puerta amablemente, y con una cálida sonrisa. Sonreí también.
—Hola Norah, tenía curiosidad por conocerte.
—¿Co…cómo dice? ¿Cómo sabe mi nombre? –Pregunté perpleja.
—Te conozco –Se limitó a decir.
—¿Es el único que vive aquí? ¿Por qué está todo tan solitario?
—Esta es la nube de las ilusiones rotas. Yo soy El Guardián de las Nubes. Allí arriba está la de los sueños y la ilusiones –Me dijo señalando una esponjosa y enorme nube—. Cada casita pertenece a una persona, y cuando ésta ciudad está repleta de casas y llega otra, la nube se rompe y cae en forma de lluvia, pudiendo provocar enormes desastres.
>>Las nubes están hechas con los sueños de las personas, si alguien los truca, vienen a parar a éste lugar, donde se van acumulando poco a poco. Tú también tienes una casita aquí. Desde el día en que tu madre murió, ya no eres la misma y todo te da igual. Tu poca ilusión por la vida se va depositando en tu casa, hasta el día en que no quepa nada más en ella.
>>Si un sueño se rompe, o alguna meta es incumplida, proponte otra. Porque la vida está en los sueños y en las ilusiones, y en el camino hasta llegar a ellas. Sin ilusiones y sin sueños no hay vida. ¿Prefieres pasarte la vida triste y en la soledad por algo que pasó hace cinco años? La vida continúa… incluso para ti.
Las palabras del anciano quedaron grabadas en mi mente. Jamás había oído hablar así a nadie, quizás era porque era más sabio que cualquier otra persona que había conocido hasta la actualidad, pero tenía razón. No podía pasarme la vida triste. Es demasiado corta para desperdiciarla.
—Debes irte –Dijo cortando el hilo de mis pensamientos—. Volveremos a vernos.

Recuerda!!

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Déjame soñar... by Angeles T. Serrano is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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